En enero de 2011, mi padre y yo, estábamos revisando y buscando un nuevo lugar en Colombia para practicar el deporte de la pesca deportiva, lo que realmente queríamos era buscar un sitio nuevo en el cual pudiéramos capturar grandes Tucunarés o Pavones.
Después de buscar y revisar en las publicaciones de mis amigos, nos decidimos por ir a Caño Bocón, precioso río de orillas rojas y famoso porque en sus aguas nadan varias especies de Tucunares, entre ellas el que los brasileros llaman Tucunaré Azul, famoso porque alcanza grandes tamaños y su pelea es fiera en el momento que se siente capturado.
Fue así como a finales del mes ya estábamos en la Capital del departamento del Guainía, Puerto Inirida nos recibía con los brazos abiertos. Al llegar empezamos a indagar por los mejores sitios de pesca cerca de la ciudad, teníamos la tarde libre y queriamos aprovechar el tiempo pescando, unos lugareños nos recomendaron la desembocadura del río Inirida en el río Guaviare, sin perder tiempo, nos encaminamos hacia allá.
En un carro moto fuimos conducidos en un trayecto que solo duro 15 minutos, al llegar fuimos sorprendidos por la majestuosidad del rio Guaviare y la claridad de aguas del río Inirida, sin perder tiempo procedimos a iniciar nuestra labor de pesca, no pasó mucho tiempo para que empezáramos a sentir los primeros piques de las Payaras que habitan en este lugar, lastimosamente no pudimos capturar ninguna este día, la pesca es así.
Fue así como al siguiente día nos dirigimos a caño Bocón, durante 6 horas subimos por el río, llegamos a una población indígena llamada Barranco Tigre, allí empezamos con lo que serían tres días de pesca muy entretenida.
Nuestra experiencia con los Tucunarés era nula, ni mi padre ni yo habíamos capturado alguno de estos hermosos animales anteriormente, así que tocó empezar desde cero. En mi caso inicié pescando con un señuelo de superficie y con un spinner bait, que finalizando el día rindió frutos y trajo a mis manos el primer Tucunaré, era bastante pequeño, pero al fin y al cabo era el primero que capturaba lo que me dio mucha alegría.
Al llegar al campamento, preparamos nuestra comida y a descansar, la jornada había sido bastante larga y casi no habíamos dedicado tiempo a la pesca, era menester recargar energías para afrontar el exigente día de pesca que estaba por venir.
Al siguiente día, tomamos un rápido desayuno, pues no queríamos desaprovechar las primeras horas de la mañana, famosas porque los peces en esos momentos se muestran más activos y por lo general se consiguen mejores piques. Levantamos campamento, y a eso de las 6 de la mañana ya estábamos lanzando nuestros señuelos a las orillas de las paleras para tratar de capturar un gran Tucunaré.
Los primeros ataques no se hicieron esperar y al poco tiempo un Tucunaré ya luchaba por liberarse del señuelo.
Procedí a soltar el animal y a continuar con el "trabajo", la corriente del río nos condujo rápidamente a la salida de un caño, en este sitio suelen estar cazando los grandes Tucunares, mi padre y yo lanzamos nuestras líneas con gran expectativa, en mi caso la suerte me acompaño, apenas mi señuelo tocó el agua, un animal que no alcancé a apreciar, ataco mi artificial, por un momento pensé que había enganchado un toro, la fuerza de este animal era descomunal, por fin, me repetía en mi mente, el Tucunaré gigante que tanto había querido capturar, después de 15 minutos de lucha, aun no había podido ver el animal que tiraba de mi caña y trataba de huir a gran velocidad por las aguas del río. En mi mente solo estaba un pensamiento, necesito que mi sedal de 30lb aguante semejante presión, lo que más quería era poder fotografiar este monstruo para luego liberarlo, durante muchos momentos pensé que no lo lograría, la presión que ejercía esta bestia era impresionante, después de media hora, la tensión empezó a disminuir, de no haber sido así creo que hubiera renunciado pues mis manos ya empezaban a dolerme y el sudor corría a cantaros por mi cara, en este momento logré recuperar con mucho esfuerzo casi la totalidad de la línea, pero cuando estaba por subir a la superficie este monstruo, nuevamente sacaba a gran velocidad otro tramo importante de sedal de mi carrete, así estuvimos por varios minutos más, al fin el animal empezó a dar muestras de cansancio, cada vez lograba sacar menos línea, fue así como después de una ardua batalla logré apreciar su belleza, se trataba de una espectacular Payara. No puedo negar que por un momento me desilusioné, pues en mi corazón quería que fuera un gran Tucunaré, pero al lograr llevar a mis manos este monstruo, mi felicidad fue incomparable, había superado mi marca personal con esta especie y por mucho, una espectacular Payara de 27lb, me había regalado la mejor batalla que hasta este momento había librado con pez alguno en aguas dulces.
No me canso de ver esta foto, el tamaño de la aleta caudal y cabeza eran incomparables, el grosor de su cuerpo casi que igualaba el del mío, que espectáculo de animal, increíble pelea!!!
Luego de reanimar la Payara y dejarla en el río para que transmita sus genes a futuras generaciones, procedimos a seguir buscando el gran Tucunaré.
En esta búsqueda logramos capturar algunos otros, eso sí, todos de corta edad, además de otras especies, un Yamú, un Agujeto y una Sardinata también salieron a saludarnos en nuestra travesía de pesca.
Al final nos quedó el sin sabor de no poder capturar uno de estos gigantes Tucunarés, después nos daríamos cuenta que no visitamos los sitios y lagunas adecuadas para lograrlo, pero sea como sea, esta experiencia fue espectacular, la sola Payara hizo que el paseo valiera la pena y que decir de los paisajes, la tranquilidad y la paz que respiramos durante las jornadas de pesca que tuvimos.
Un abrazo y buenas pescas!!!!
Fue así como al siguiente día nos dirigimos a caño Bocón, durante 6 horas subimos por el río, llegamos a una población indígena llamada Barranco Tigre, allí empezamos con lo que serían tres días de pesca muy entretenida.
Nuestra experiencia con los Tucunarés era nula, ni mi padre ni yo habíamos capturado alguno de estos hermosos animales anteriormente, así que tocó empezar desde cero. En mi caso inicié pescando con un señuelo de superficie y con un spinner bait, que finalizando el día rindió frutos y trajo a mis manos el primer Tucunaré, era bastante pequeño, pero al fin y al cabo era el primero que capturaba lo que me dio mucha alegría.
Al llegar al campamento, preparamos nuestra comida y a descansar, la jornada había sido bastante larga y casi no habíamos dedicado tiempo a la pesca, era menester recargar energías para afrontar el exigente día de pesca que estaba por venir.
Al siguiente día, tomamos un rápido desayuno, pues no queríamos desaprovechar las primeras horas de la mañana, famosas porque los peces en esos momentos se muestran más activos y por lo general se consiguen mejores piques. Levantamos campamento, y a eso de las 6 de la mañana ya estábamos lanzando nuestros señuelos a las orillas de las paleras para tratar de capturar un gran Tucunaré.
Los primeros ataques no se hicieron esperar y al poco tiempo un Tucunaré ya luchaba por liberarse del señuelo.
No me canso de ver esta foto, el tamaño de la aleta caudal y cabeza eran incomparables, el grosor de su cuerpo casi que igualaba el del mío, que espectáculo de animal, increíble pelea!!!
Luego de reanimar la Payara y dejarla en el río para que transmita sus genes a futuras generaciones, procedimos a seguir buscando el gran Tucunaré.
En esta búsqueda logramos capturar algunos otros, eso sí, todos de corta edad, además de otras especies, un Yamú, un Agujeto y una Sardinata también salieron a saludarnos en nuestra travesía de pesca.
Al final nos quedó el sin sabor de no poder capturar uno de estos gigantes Tucunarés, después nos daríamos cuenta que no visitamos los sitios y lagunas adecuadas para lograrlo, pero sea como sea, esta experiencia fue espectacular, la sola Payara hizo que el paseo valiera la pena y que decir de los paisajes, la tranquilidad y la paz que respiramos durante las jornadas de pesca que tuvimos.
Un abrazo y buenas pescas!!!!